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Foto del escritorHozz

El etéreo sonido del maestro Juaninacka

Actualizado: 12 feb 2021




Cuando en el caótico año 2006 a México estaba a punto de cargarlo la verga (Ya lo saben,se venia la guerra contra el Narco) nuestras mentes rabiosas buscaban por doquier las formas precisas que templaran nuestro incontenible temperamento.

Éramos tan jóvenes y no encontrábamos las palabras para expresar nuestro descontento; cuando queríamos emular al EZLN y replicar algo de ese tamaño aquí en el Norte.


(Lo sé, soñadores los chicos) cuando buscábamos códigos de desafío a la autoridad y de reproche que no nos habían sido concedidos -porque calladitos estábamos más bonitos, porque la única forma de ser tomado en cuenta era ser institucional, descubrimos a Juaninacka.


Cuando internet era una jungla de indexar, buscar información era como aguja en un pajar y aún así logramos enterarnos de la Alta Escuela, descubrimos a Juaninacka.

Cuando insistíamos en preguntar de qué vergas iba la vida y por qué las cosas estaban así repartidas -el dinero, los días de trabajo, de fiesta, las mujeres, la miseria, el éxito y el fracaso o lo que carajo sea eso-, descubrimos a Juaninacka.


Preguntas malas;

Politizadas, filosóficas, contrariadas: malas, malas...

Paseando por el barrio, observando agudo y comentando lo que pasaba: malas, malas, malas. 

Cuando nos dijeron “no me contestes cabrón , que te doy piso”, descubrimos a Juaninacka. 

Cuando amasábamos vocabulario, queríamos comprar sprays y echar las pipas a la arena para hacer ver que el suelo también era nuestro, descubrimos a Juaninacka, como a nuestro David Koresh que nos inculcaba apreciar a la vida, en forma de desobediencia. 


Escuchamos por él a Violadores del verso, a Tote King, a SFDK, a medio Sevilla pero necesitábamos a Juaninacka, para comprender de que iba la vida porque rapeaba como todos los demonios, para convencernos de preguntarnos, como Descartes en su momento:

"Pienso y luego existo", porque no pidió permiso y se ganó el respeto de todo Cristo crucificado en aquel campo de cuernos y empecherados, porque rimaba verdades incómodas y jamás se avergonzó, porque tenía amor propio, memoria y la lengua larga, porque era un francotirador y nuestra arma.


“Por ser la palabra que llevaba pistola”

"La gente buena iba al cielo, los Malos iban a todas partes." escuchaba decir, cuando lo peor de la guerra se apoderaba de Torreón, entonces fue mi salvación aferrarme al Hip Hop y seguir escuchando la palabra que te decía que podías vivir “con lo que cae al suelo”, que no necesitaba poder, que era tiempo de ver cómo se levanta la gente”, que su fe era intocable y que sabía cómo salirse de las cuerdas, que la violencia marcaba el minuto. “Me hago tirabuzones con las bombas que tiran los de la letra y aún si,a la vida la disfruto”. que tenía “pájaros en la azotea encerrados en jaulas aprendiendo a hablar”, que la búsqueda de mis demonios las tenía con el insomnio; " quería ser un hombre sin complejos,

que tenga buenos reflejos pa´llegar a ser sabio, cuando me toque llegar a viejo”. ahora pienso en todo aquello cuando veo todo ese pensamiento a través de los años.


Es verdad que el mundo es otro: que esta es la era de la imagen, fakes news, de la hipersexualización, del culto al cuerpo, que se premia lo estético y no lo dialéctico, pero que a estas alturas, cuando el cabello abundante ya no existe y la fortaleza física va en declive.

Es un deleite o un regalo del cielo tener como siempre, los versos del siempre fuerte, Juaninacka...



 


 


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